El Moscón / La mancha en la hoja

Estoy recostado en el sofá del living de la casa donde estoy vacacionando.
La casa, construida de madera rústica y piedras, está situada en un valle rodeado de innumerables montañas hermosamente nevadas. Afuera en viento sopla con furia y la nieve corta los caminos, pero es afuera de la casa.
El living está decorado con la combinación exacta de objetos antiguos y artesanías de distintas culturas. Tiene un enorme ventanal que regala una estupenda vista del lago helado, y un hogar imponente que calefacciona perfectamente el lugar e ilumina la habitación con exclusividad.
El sofá es de dos cuerpos pero su diseño y lo mullido de sus almohadones lo convirtió en mi lugar preferido desde mi llegada, sobre todo al momento de escribir.
Aún así, todo me es ajeno. Me encuentro varado a mas de tres mil kilómetros de mi única posesión: mi patética vida. Y solo, absolutamente solo. Acabo de terminar la tercera botella de vino de la noche, el último cigarrillo del último paquete y en la fonola ya no suena el disco de free jazz que encontré en la biblioteca.
Lentamente me sumerjo en mis pensamientos, me hundo, y me ahogo en ellos, mas oscuros y confusos de lo habitual. Entorno los ojos que se humedecen mientras aprieto los dientes: cuantos mas rechinan los últimos mas se humedecen los primeros. Sufro. Oigo cómo se desgarra algo, rápida y eternamente, en mi interior. Creo disfrutarlo.
Lentamente abro de nuevo los ojos. Recupero mis sentidos, y descubro que el sonido no es interno: un moscón revolotea sobre mi cabeza. Lo sigo con la mirada. Es grande, realmente grande, de un negro tan intenso que cuando se ilumina por el fuego del hogar pareciera que de él también emanara luz. Los bordes de sus alas se ven chamuscadas de tanto acercarse al fuego. Podría asegurar que sus mil ojos están inyectados en sangre. En sus movimientos se nota la desesperación del pánico. Está aterrado.
Tras algunos minutos, cuando tiene toda mi atención, se lanza contra el ventanal. Dos intentos frustrados, doble vidrio, doblemente imposible. Y vuelve a revolotear sobXX mi cabeza, de nuevo el sonido desgarrador. Estoy seguro de que hay desgarro, pero no puedoXXXXXisar dónde. Está solo y necesita escapar. Ni la luz, ni el calor, ni nada ya llaman ahora su atencXXXXXXlo quiere irse de acá, y por su desesperación pareciera que muy lejos. XXXXXXXXX
Me pongo de pie y abro apenas la ventana para él. Es su oportunidad, XXXXXXXiento es demasiado contra sus alas quemadas. Las chispas del hogar saltando sobre la alfomXXXXXe persuaden de no darle una segunda chance. XXX
Vuelvo al sofá, abro mi cuaderno y comienzo a escribir. Escribo de corrido, sin pensar demasiado las palabras. Luego de un par de golpes mas vuelve el zumbido a mi cabeza, cada vez mas fuerte, cada vez mas interno. El insecto se posa sobre la hoja del cuaderno en la que estoy escribiendo. Está agotado, abatido, sin ganas siquiera de volver a intentarlo. Ambos preferimos terminar en este mismo el relato.
Cierro violentamente el cuaderno.









Nota al pie: La mancha de Xs, debe entenderse como los restos del insecto en cuestión.

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