Descubrimientos importantes en momentos sin importancia /1

Toda mi vida disfruté del fútbol. Y mucho mas al jugarlo. Nunca fui un habilidoso con la número cinco, lo se ahora y lo sabía entonces, por eso jugaba de mitad de cancha hacia atrás.
En un partido por nada, a mis trece años, el equipo que me confiaba el último lugar de su defensa tuvo un corner a favor para descontar en el marcador. Y el segundo tiempo empezaba a terminarse. No teníamos director técnico por lo que la decisión de ir a buscar el cabezazo recayó exclusivamente en mí. Miré a mis compañeros; ninguno me insinuó que me quedara abajo. Entonces, allá fui. No teníamos jugadas preparadas: se apuntaba al montón en el área, y ya, que la bola fuera a la cabeza que quisiera. Yo decidí pararme en la medialuna y picar al primer palo.
En el momento en que lapelota comenzó a volar hacia el área supe que no iba a poder conectarla. No porque fuera muy alta, sino porque a pesar de mi altura no era un gran cabeceador: era uno malo, igual que ahora. Ni siquiera llegué a picar, di dos pasos hacia mi campo y quedé a la espera de un rebote. Por suerte en ese momento no se usaba la marca personal, o quizás mi marcador hubiera intuído mi carrera al primer palo y hacia allí hubiera ido. La cosa es que quedé solo.
El centro llegó un poco cerrado y el arquero, que era bastante mejor que el nuestro, despejó con los puños. La pelota vino llovida hacia mí, y me preparé para darle de sobrepique con mi pierna menos hábil. Calculé varias veces la distancia y apreté los dientes esforzándome por mantener los ojos bien abiertos.
Como era costumbre, y por lo que he visto lo sigue siendo hoy en día, cada uno de mis compañeros me reclamaba el pase. Pero yo había tomado la decisión y no había nada que pudiera hacer que la cambiara. O casi nada, porque dos defensores salieron disparados hacia mí (seguramente irían tras la pelota, pero desde mi perspectiva en ese momento hubiera jurado que su intención era atropellarme) boicoteando por completo mi línea de tiro.
No lo pensé, pero al llegar mi pie derecho al balón mi pierna se detuvo abruptamente y con un leve movimiento de tobillo les tiré un sombrerito. Ambos contrincantes pasaron de largo mientras la pelota caí mansa pidiendome el zurdazo. Esta vez no la dejé picar y sí cerré los ojos: no había tiempo para mas lujos y las voces de mis compañeros empezaban a hacerme dudar si realmente el tiro al arco era la mejor opción. Le pegué de volea, sin exagerar la fuerza y concentrándome en la dirección.
Cuando abrí los ojos la redonda había pasado por sobre el manojo de jugadores que aún quedaban en el área y viajaba hacia el ángulo a pesar de la volada de un arquero adelantado. Sonreí ylevanté los brazos. Reviví mentalmente la jugada y mi sonrisa se amplió. Busqué con la mirada a nuestro goleador: un petisito canchero y bocón, tan habilidoso como morfón. Todavía retumbaba en mi empeine su grito: "estoy solo, solo, soloooooo". Estaba rodeado de tres rivales, y tenía los brazos en alto también. Pero los bajó enseguida.
Miré el balón, rebotaba contra el travesaño y volvía hacia mi posición. Me estaba agarrando la cabeza cuando practicamente me rozó el cuerpo. Por eso no lo ví. Tamoco vi pasar a esos dos que convirtieron el contragolpe en el 0-4 final.
Ya no importaba. Acababa de descubrir que lo mío no era ser goleador.

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