DESPERTAR

Me desperté sobresaltado en medio de la noche. No estaba en mi casa, ni en mi cama. No sabía dónde me encontraba. Me incorporé levemente para investigar visualmente la habitación cuando escuché un leve suspiro.
A mi lado una mujer dormía profundamente. Mis recuerdos eran vagos, si no nulos. La miré detenidamente. Estaba completamente desnuda, al igual que yo. Tenía el cabello revuelto de pasional locura. Por arriba de su cabeza sostenía su puño cerrado evidenciando su lucha, y en su antebrazo algunas cicatrices imperceptibles hacían lo propio con sus victorias frente a la vida. Sus ojos buscaban respuestas bajo sus párpados con frenesí. Su boca mantenía los labios separados, acostumbrada a no callarse. Sus hombros eran la pista ideal para una carrera de tatuajes y besos, donde el suave cuello fuera la meta. La espanlda incitaba al aceite y a los masajes, y exitaba a mis dedos. Su cintura desconocía la cantidad de costillas existentes.
Giró y, sin abrir los ojos, sonrió amaneciendo la habitación. Me acarició el pecho. Su mano tenía la suavidad del trabajo amado. Sus pechos eran de madre; sus piernas, de hija. De su ombligo pendía un deseo. Acaricié suavemente sus caderas.
Sonrió nuevamente, y abrió los ojos. Eran claros como la noche; muy claros, muy noche. Miré profundo y entendí.
Volví a dormirme para despertar.

No hay comentarios: