SEGMENTOS

1.
Hacía tiempo que no escribía. El trajín diario no me dejaba tiempo para sentarme a hacerlo. Tampoco para crear historias en mi desgastada mente. Y mucho menos para vivirlas. Y hacía mas tiempo aún había decidido no sentirlas. Por algún motivo solo puedo escribir historias de amor o muerte. Y hace años que mi estado de ánimo no estaba preparado para sentir esos relatos. Hasta hoy.


2.
Hoy decidí que estoy enfermo. No fuí a la oficina, ni llamé para avisar que no lo haría. Cuando uno se sumerge en la depresiónno puede siquiera levantar el teléfono. No tenía ganas de hablar, ni explicar lo inexplicable. Simplemente apagué el celular, desconecté el fijo, me metí en la cama y me tapé la hasta la cabeza. Decidí no cerrar los ojos para poder ver con claridad mi oscuridad.
Fuera stress, bienvenida depresión!, pensé.


3.
Bajaba por una de esas escaleras mecánicas de shopping. A pocos metros, por la escalera ascendente, subía la mujer de mis sueños. Incluso en los sueños en que no había personaje femenino, ella estaba. Podía hacerse presente en una pintura colgada en el bar en que me emborrachaba con esos amigos que ya no están, formar parte de la audiencia de mi mejor monólogo o ser la voz dandoel tiempo en la radio la mañana que preparaba la mochila para aquel ansiado viaje. Siempre estaba. También staba en mis pesadillas, evitando así el peor desenlace.


4.
Estaba perdido. Perdido en el dolor, perdido en alcohol, perdido en algún lugar desconocido. Había vagado por la ciudad, en la noche, durante noches, semanas, meses. Llovía torrencialmente sobre mí. De prnto me encontré en otro callejón sin salida, éste estaba del lado de afuera de mi cabeza.
El viento era insoportable, la lluvia era insoportable, la noche era insoportable, la oscuridad y las luces artificiales eran insoportables. Mi alma lo era. Llegué hasta el fondo del callejón, hasta la basura humeante. Vi el reflejo de luces azules contra el paredón. A mis espaldas escuché un disparo e instantaneamente sentí el río de espesa sangre corriendo por mi nuca. Me desplomé sobre las bolsas de residuos. Sentí como me abandonaban el viento, la lluvia, la noche, la oscuridad y las luces artificiales. Y por último, mi alma.
Antes de cerrar definitivamente los ojos la vi. Ahí estaba ella. Una gata me miraba fijo a pocos centímetros de mi rostro moribundo. Cuando cerré los ojos, lamió la sangre de mi boca.
Me desperté con aspereza en los labios.


5.
Me había sonreído. Casi seguro, me había sonreído.
- Entonces?- le dije ni bien queda frente a ella.
- Entonces qué?- preguntó.
- Entonces qué vas a hacer?
- Qué voy a hacer con qué?- volvió a preguntar.
- Conmigo - aclaré sonriente.
- Con vos? - no dejaba de preguntar, y yo necesitaba una respuesta.
- Sí, conmigo.
- No tengo planeado hacer nada con vos - dijo, como ofendida.
- Tenés dos opciones: - intenté explicarle - ignorarme o darte cuenta que soy quien querés a tu lado.
- Qué gracioso! - ironizó, entre clarísimas sonrientes.
- Me hablaste, parece que no podés ignorarme...
- No te conozco! - se puso seria, de repente.
- Cómo que no?. Soy el que te sueña cada noche, al que no dejás dormir.
Volvió a sonreirme. Ahora sí, no quedaban dudas.


6.
Me desperté transpirando. No hacía calor, rara vez hace calor en junio por estos lares. Era fiebre. Otro tipo de fiebre, romántica, desesperada, externa, sana, innecesaria. Me levanté, encendí el celular: doce llamadas perdidas, ocho mensajes de texto y algunos mas de voz. Supuse que ya habían abandonado el intento de comunicarse conmigo. Eran las 4 PM. Tomé una ducha rápida, me vestí y caminé hasta el shopping. Gasté toda mi tarde subiendo y bajando por las escaleras mecánicas. Quizás no fue el día indicado. Volví a casa y me metí en lña cama, vestido. Intenté no soñar con ella.

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